Lo mejor de Venecia: sus leyendas

Venecia

Todavía no he pisado Venecia, pero me encantaría. No es por falta de ganas, no me mires así. Ya sé que suena raro, sobre todo porque llevo media vida diciendo que es quiero ver este sitio sí o sí. Pero es que entre trabajo, líos varios y que es muy caro, pues se me ha ido pasando.

Aun así, te juro que si me pusieran un examen sorpresa sobre Venecia, lo apruebo con nota. Me he empapado de su historia, sus calles, sus puentes, sus cotilleos y, sobre todo, sus leyendas. Porque si algo me flipa de esa ciudad es que está llena de cuentos raros, fantasmas y pactos con el diablo como si fuera cosa de todos los días.

Así que, como todavía no la he pisado pero siento que la conozco mejor que mi barrio, vengo a contarte lo mejor de lo mejor: las leyendas venecianas que me tienen completamente enganchada.

 

Si vas a Venecia, hazme caso y apúntate a un tour de leyendas

No hablo del típico paseo turístico, sino de esos recorridos donde te cuentan las historias oscuras, los fantasmas, las maldiciones y los chismes históricos que no salen en las guías.

Vivalditours, equipo de guías turísticos apasionados que comparten una profunda admiración por la historia, la belleza y el misterio de Venecia, me explicaron en este tour privado por Venecia, que los hacen de noche, a pie, y algunos hasta en español.

Yo tengo ya tres guardados para cuando me toque ir. Porque ver la ciudad es bonito, sí, pero que te la cuenten con misterio… eso no se olvida. Luego me das las gracias.

 

Riva di Biasio, el charcutero asesino

Vamos a empezar con una historia que parece sacada de una película de terror. En una calle llamada Riva di Biasio, que bordea uno de los canales más tranquilos de Venecia, vivió un charcutero que se volvió loco. No un loco cualquiera, sino un auténtico asesino en serie medieval.

El tipo no solo mataba gente, usaba su carnicería para esconder los cuerpos y hacer cosas macabras con ellos. Los vecinos empezaron a notar olores raros, ruidos extraños y hasta manchas que no se podían explicar. La leyenda dice que aún hoy, si caminas por la Riva di Biasio cuando cae la noche, puedes oír pasos, cuchillos afilándose o un susurro que parece pedir perdón.

 

El Puente de los Suspiros (no, no es romántico)

Seguro que lo has visto en fotos: un puentecito blanco, cerrado, con vistas al canal. Todo muy pintoresco. Pues mira, la historia que te venden de que se llama así por los suspiros de los enamorados… Mentira cochina, nada que ver.

En realidad, los suspiros eran de los presos que pasaban por ahí rumbo a su celda, o directamente al patíbulo. O sea, suspiraban porque era lo último bonito que iban a ver en la vida. ¿Romántico? No. ¿Trágico? Muchísimo. ¿Inquietante? Bastante.

Ahora cada vez que veo parejas besándose bajo ese puente, solo puedo pensar en prisioneros encadenados diciendo adiós a la vida. Qué ambientazo, ¿eh?

 

El Río de los asesinos y la ley que prohibió las barbas largas

En Venecia, hay un canal que fue conocido en tiempos oscuros como “El Río de los asesinos”. El nombre no es exagerado: era el camino que usaban para llevar a los criminales, los verdugos y hasta los cuerpos de los ajusticiados. Un sitio donde la justicia no se andaba con rodeos.

Y aquí viene lo curioso: para evitar confusiones con los malhechores, se aprobó una ley que prohibía a los hombres llevar barbas largas. La explicación oficial era que era por higiene y para que no se escondieran armas en ellas. Pero entre nos, era porque las barbas largas daban miedo y podían servir para ocultar identidades. Así que si eras barbilampiño, tenías más fácil que no te confundieran con un bandido. Imagínate a los guardias patrullando los canales, señalando con el dedo a los barbudos sospechosos y diciendo “quítate esa barba o te mando directo al río”.

Me da risa pensar en eso, y en cómo algo tan simple como una barba se convirtió en parte de la ley en una ciudad tan particular.

 

El Puente de los Puñetazos

Es famoso porque durante siglos fue el escenario de enfrentamientos entre dos barrios rivales de Venecia, dos bandas que no se soportaban y que usaban ese puente como zona de batalla.

La leyenda dice que las peleas eran tan salvajes que el puente quedó marcado con los golpes y las heridas de cientos de personas. Golpes, gritos y gente volando por los aires.

Me encanta imaginar a esos tipos lanzándose puñetazos, mientras los vecinos miraban por las ventanas temiendo que se les cayera algo encima. Y eso que hoy el puente parece tan tranquilo y pintoresco, que nadie pensaría en la guerra callejera que hubo allí.

 

Las disecciones de cadáveres en la Corte de la Anatomía

Venecia no solo tiene belleza, también tiene un lado oscuro y científico. En la Corte de la Anatomía, hace siglos, médicos y estudiantes realizaban disecciones de cadáveres para estudiar el cuerpo humano. En una época donde no había internet ni radiografías, esa era la manera de aprender cómo funcionaba todo.

El lugar era un poco macabro: olor a muerte, cuerpos abiertos y mucho silencio tenso. Pero aquí no termina la cosa. Se dice que algunos cadáveres no descansaron en paz y que por las noches sus fantasmas se pasean por la Corte, acompañando a los médicos en su trabajo eterno.

Me imagino a esos estudiantes medio asustados, intentando no perder la cabeza (literalmente) mientras aprendían. Y que ahora, si escuchas bien, puedes oír susurros que cuentan secretos de anatomía que nunca te enseñaron en la escuela.

 

Poveglia, la isla maldita

Si quieres conocer la parte más oscura de Venecia, tienes que saber de Poveglia. Esta isla, situada entre Venecia y Lido, tiene una fama terrible. Durante siglos fue usada como lugar para aislar a personas enfermas de peste y luego para encerrar a los considerados locos. Una verdadera cárcel al aire libre.

La leyenda dice que la energía negativa de Poveglia es tan fuerte que quienes han ido se han sentido enfermos, perseguidos o simplemente con ganas de salir corriendo. Algunos hablan de gritos en la noche, sombras que se mueven y apariciones de cuerpos que no descansan.

Muchos creen que la isla está maldita, y que nadie debería acercarse. Por eso está cerrada al público y solo unos pocos expertos han podido entrar para documentar su historia.

 

La piedra roja de la peste

Durante las terribles epidemias de peste, Venecia usaba un sistema brutal pero efectivo para controlar los contagios. Cuando una casa tenía infectados, colocaban una piedra roja en la fachada para avisar a todo el mundo.

La piedra roja era como una señal de muerte: la gente evitaba acercarse, los enfermos estaban aislados y muchos sabían que la muerte podía estar a la vuelta de la esquina.

Hoy en día, todavía quedan piedras rojas en algunas casas como recordatorio de aquellos tiempos oscuros. Para mí, esa piedra es un símbolo silencioso de miedo, sufrimiento y supervivencia.

Me imagino a las familias mirando desde sus ventanas, sabiendo que su destino podía ser fatal, y a la ciudad entera en tensión. Eso pone los pelos de punta, ¿verdad?

 

El fiel fantasma garibaldino de los jardines de la Biena

Los jardines de la Biena son uno de esos lugares en Venecia donde la historia y el misterio se mezclan. Allí se dice que ronda un fantasma muy particular: un soldado de Garibaldi que murió en combate y que todavía cuida esos jardines desde el más allá.

Dicen que a veces se le ve paseando, vestido con su uniforme de soldado, serio y solemne. Se escucha el ruido de sus botas sobre las hojas caídas y algunos vecinos aseguran haber sentido su presencia como una especie de guardián invisible.

Esta leyenda me gusta porque no es terrorífica, sino más bien nostálgica. Es como si ese espíritu cumpliera una misión eterna, protegiendo la memoria de quienes lucharon por la unidad de Italia. Eso le da un toque muy humano y bonito a la historia.

 

¿Y todo esto para qué?

Cuando por fin vaya (porque sí, voy a ir), no voy a hacer solo lo de siempre. No me importa tanto el paseo en góndola ni hacerme la típica foto en la Plaza San Marcos. Yo quiero perderme buscando el pozo de los suspiros rotos, ese lugar del que nadie habla pero que está lleno de misterio.

Quiero ver si de verdad el puente del diablo da mal rollo o si es solo marketing para turistas despistados. Quiero mirar el Ca’ Dario desde lejos, con respeto, no sea que me caiga la maldición solo con pestañearle.

Quiero sentir la ciudad en sus rincones más oscuros y menos visitados, esos que esconden leyendas y secretos que no aparecen en ningún folleto. Hasta que llegue ese día, sigo leyendo, soñando y contándole estas historias a quien se deje.

Porque sí, aún no he pisado Venecia, pero ella ya se metió en mi cabeza, en mi corazón, y probablemente en mi próxima novela, si me da por escribir una. Mientras tanto, me conformo con vivirla en mis sueños y en estas leyendas que me tienen enganchada.